siguiendo el consejo de Warrior...aki dejo este fanfic x fasciculos se podria decir...xD
a ver si lo leeis muxos y os gusta...:3
jejeje!
dependiendo de cuanta gente lo lea y en cuanto tiempo, subire mas o menos rapido cada parte!
y este fanfic no es mio...lo sake de una pag de FF hace muxo tiempo...
yo no se escribir...jeje!
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-Es aquí- anunció Vincent, bajándose del chocobo verde en el que iba subido.
-Uau...- fue lo único que pudo responder Yuffie.
Y no era para menos, el paraje era francamente tan impresionante como el del Da-chao en Wutai. Aquel lugar debía haber sido en tiempos muy lejanos el circo de un glaciar, que se había convertido en un enorme lago. El rió caía desde las altas montañas en una enorme cascada que levantaba una nube de particulas de agua en la base, cerca de donde los tres, Cloud, Vincent y Yuffie, estaban.
-¿Estás seguro de lo que haces, Vincent?- preguntó Cloud, al ver como el ex-Turco se dirigía hacia la cascada.
Vincent se volvió hacia Cloud y asintió.
-Hay una cueva detrás de la cascada- dijo-. Es ahí a dónde vamos.
Dicho esto, Vincent pasó por detrás de la enorme cortina de agua, seguido de cerca por Cloud y Yuffie. Los tres andaron por una cornisa ancha hasta llegar más o menos al centro de la cascada. Allí, en la pared, había una abertura grande, la entrada a una cueva de la que salía una extraña luz blanco-verdosa. Vincent entró primeró, y cuando hubieron entrado, les hizo un gesto a Cloud y a Yuffie para que permanecieran allí, sin moverse.
La abertura detrás de la cascada daba paso a un estrecho y corto pasillo que acababa abriendose en una espaciosa caverna circular. En la pared frente a la que estaban los tres compañeros había un altar. Y en el altar estaba la figura de una mujer, vestida con una bata de laboratorio, el largo cabello castaño oscuro recogido en una cola de caballo. La figura era nítida, pero translúcida. Los ojos de Yuffie se abrieron como platos. No cabía duda de que aquella mujer era un espíritu.
Vincent se acercó lentamente hacia el altar.
-Lucrecia...- el susurro se escuchó en toda la sala cavernosa, amplificado poderosamente por la resonancia del lugar.
El espíritu levantó la vista y sus ojos se clavaron en Vincent.
-Yo tengo la culpa- dijo ella-. Es mi propio hijo, y no puedo hacer nada para detenerle.
-No es culpa tuya- musitó Vincent, dando un paso más.
-¡No, Vincent!- exclamó el espíritu de Lucrecia-. ¡No te acerques!